
Muchos peces, pocos panes
Y aquél hombre observaba desde algún lugar lejano, un lugar cercano, un lugar con muchos peces y pocos panes. E imaginaba ese lugar cercano, como una noche larga de festejos, de colores y serpentinas, donde las gentes felices observaban el paso de un tiempo sereno, donde la rutina se disfrazaba de bailarinas rusas y arlequines, donde existían los dragones exóticos y las comparsas de mundos de extraña belleza. Un lugar donde las horas se llenan de fuegos artificiales, de carrozas oníricas y de desfiles de cabaret. Un lugar que suena a jazz de otros tiempos y a viajes eternos en tren. Un lugar para las oportunidades y para la esperanza.